martes, 3 de enero de 2017

Basta, para mí.

Siempre dije que hablando la gente se entiende. Lo sigo pensando. Me gusta ponerlo en práctica. Me gusta sacarme las cosas de encima y no dejar temas sin resolver. Pero me olvido.

Temblor. Se me van las ideas de la mente.

Terremoto. Empiezo a maquinar.

Maremoto. No dejo de imaginar.

Tsunami. Volví al principio del círculo vicioso.

Basta. Decime basta para mí y para todos. Que no puede ser que me olvide así como así. No puede ser que tenga que recordarme las cosas una y otra vez. Deja de pensar. Deja de imaginar. Que la vida no gira alrededor del ombligo humano. Que no importa quién venga o quién se vaya, somos uno con nosotros mismos. No importa cuántas veces te lastimen, vas a ser vos con tu reflejo. Que nacemos solos y morimos solos, carajo. Que a nadie le importa con totalidad la vida del otro. Que ser egoísta es lo que mejor nos funciona. Que amar se vuelve confuso cuando te das cuenta que ese egoísmo tiene que bajar. No será un sacrificio pero sí es inevitable saber que lo cambia.

Que me voy de mambos y termino en pampa y la vía. Que quiero poner un parate, un stop, un cartel de "Espere, por favor, y será atendido".

Que me vuelve la ansiedad. Que mi cabeza es un sin fin de vueltas. Que basta. Basta.

Que soy masoquista. ¿Pero quién no lo es alguna vez?

Que tengo que dejar de culparme por sentir así. Que tengo que dejar de pensar y no puedo. Que quiero vivir y me pierdo. Quiero encontrarme y no me acuerdo.

¿Cómo se hacía?

¿Cómo se volvía?

¿Cómo se decía?

¿Cómo vuelvo a ser yo misma?


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