domingo, 1 de enero de 2017

Sanar.

Cuantas cosas faltan por superar. Cuantas heridas quedan por cicatrizar. Cuanto tiempo dura la espera. Y es que odio esperar. La diferencia entre paciencia y tolerancia es ese límite que tanto cuesta discernir y no muchos reconocen. "Por qué le gente normal hace duelos?" me preguntó un amigo. Supongo que todos tenemos diferentes tiempos y vamos por caminos distintos. Muchas veces no podemos elegirlo. Otras, cuesta mas de lo que parece. Queres avanzar y sin darte cuenta empezas a caminar y caminas hasta que tropezas con una piedrita. Entonces a medida que seguís con el paso le vas dando golpecitos a la piedrita. Es algo nuevo en tu vida. Apareció en tu camino como una experiencia por vivir y queres cuidarla. Pero no sabes por qué, a medida que van caminando a la par, esa pequeña piedrita va dejando de serlo y se convierte de a poco en una gran roca obstruyendo tu paso y estancandote en el mismo espacio y lugar. Cuando creías que podías seguir, te ves a vos mismo en tercera persona pensado como salir de ese embrollo al cual nadie te llamo ni tampoco lo pediste. "No hay un consuelo para el duelo mas que la resignación. Es el dolor o el olvido", dice la canción. Esa resignación es cuando te chocas de frente con la realidad sabiendo que las cosas son tal como están y no las podés cambiar. Afrontar que no se puede controlar y hay que avanzar sin importar cuantas piedritas encontremos en el camino, sin que importe el tamaño que alcancen con el paso del tiempo. Ese dolor, es el recuerdo de que la experiencia fue real y vívida, pero en algún lugar dejó una cicatriz. Superar. Hay gente que sana fácil. Otras que no tanto. Hay situaciones que para unos son simples, y para otros, no. Todos somos diferentes. Sentimos de maneras distintas. Si fuéramos iguales, que aburrido sería.


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