martes, 9 de mayo de 2017

En blanco.

Empieza a razonar la situación con cordura, si es que acaso alguien sabe lo que estar cuerdo significa.

No quiere seguir siendo por primera vez esa persona que espera algo que nunca le llega. No le gusta depender de otras personas. No quiere pertenecer a esa etiqueta. No planea permanecer en esa categoría. No va a clasificarme como quizá se piensa.

Tiene que alejarse de toda situación tóxica que encuentre en el camino.
Eso te incluye. Eso te incumbe. Eso no te importa. Eso lo termina decidiendo ella.

Tus indecisiones y cambios drásticos le causan tortícolis a su cerebro. La mente se le empieza a retorcer de a poquito hasta que se convierte en un tsunami de mambos que no paran de bombardear olas salvajes que al final terminan por desaparecer a través de las lágrimas casi tan saladas como el mar de emociones que le provocas.

Sé que hay que tenerle paciencia a quienes todavía se sienten lastimados. Lo sé porque durante mucho tiempo fui una de esas personas y jamás dejé de serlo en realidad.

No va a formar parte de miedos ajenos si ya con los suyos tiene suficientes.

Repite lo mismo desde hace un mes y no lo pone en práctica. Tenés un nosequé que la arrastra a tus brazos y le deja respirar en tu pecho. Una vibra nueva para su energía que le dice que dejarse llevar está bien.

No se da cuenta que tus manos poseen garras que la ayudan a aferrarse a caricias sin cariño.

Pero lo que viene después es pura basura.

Lo que le sigue es indiferencia que no lográs notar de tu propio reflejo y se proyecta en mí como si fuera una gran pantalla en blanco lista para reproducir.

Pero la película no continúa.

Imposible avanzar en lo que jamás tuvo inicio.

 

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