La curva
intereseccional
de mi hombro
hacia el elevo
de mi cuello.
La tridimensionalidad
de mi
mandíbula
en el reflejo.
Las comisuras
de mis labios
a veces odiados
por ser
maltratados.
El color de mi
piel
no es
aterciopelo
y sin embargo
me esfuerzo
por no
gritarme
cuando veo las
diferencias
porque mi naranja
no es seda
pero dentro de
esta calma
cuando me
encierro con tylan
no necesito
más que el rosado
de mis
mejillas
y mi mirada
inmóvil
para recordarme
que no hay más
que esto
y que lo ajeno
es la mentira
que nos bifurca.