trepa la hiedra desde mis adentros,
que ilustre el desgano
ganando terreno,
sabiondo e hiriente
desgarra mi alma
pudre la capa,
inhabilita la vida,
sosiega la tierra,
desarma la herida
corrompiendo filos
me ahoga con empuje
grisáceo opaco.
mi cama tiene un hueco
tamaño oficio
de puro desbarranco
la voces me pesan
mientras mi conciencia intenta
mantenerme cuerda;
en esta etapa
no encuentro la tregua
relincha como si supiera
que estoy consumida,
que ansío libertad,
que necesito escapar
a donde no exista la fantasía
carne y sangre,
hueso y piel,
carnada frágil,
tempestad iluminada,