sábado, 9 de septiembre de 2017

Tu centro es tu calma.

No quiero ser ordinaria.
No quiero que seas mío ni ser tuya tampoco.
Soy mía únicamente en todo mi ser y nadie podría jamás poseerme.
Quiero que sigas siendo tuyo y podamos compartir experiencias y disfrutar de las enseñanzas que nos faltan por recorrer.
Quiero que sigas creciendo y devores conocimiento.
Quiero que te autosuperes día a día y acompañarte tanto en alegrías como en caídas.

No quiero promesas, ni tampoco vivir felices para siempre.
Quiero que las emociones fluyan.
Quiero conocer mis opciones.
Quiero caerme, estancarme y volver a empezar.
Quiero equivocarme mil veces sin miedo a las consecuencias.

No quiero escuchar opiniones que no pedí.
No me interesa la palabra ajena porque mi palabra es la única que logro escuchar en medio de tanto ruido.
No sé cómo, no sé cuándo.
Mucho menos entiendo por qué, pero tampoco me lo pregunto.
Sólo me nace recordar que tu centro es tu calma y a su tiempo todo sabe sanar en el alma.


miércoles, 6 de septiembre de 2017

Elección.

No les concierne lo ajeno.

¿Por qué aún creen que les pertenecen ideas sobre lo desconocido?

Tantas veces sosteniendo palabras vacías entre el caos. Y yo simplemente sobreviviendo a él. Ese grande de cuatro letras. Ese que en una palabra abarca tanto desenlace.

No intentes convencerme. No creo en el ajetreado poder.

No pretendas trasmitirme tu supuesto conocimiento. Estás bajo el manto de una elaborada ilusión.

Pero tranquilo, no te preocupes, esto no es negatividad. Yo prefiero llamarle falsa libertad. Sí, falsa. Porque sigue siendo parte de una ilusión.

Entre tanto boicoteo y derrumbe, sigo eligiendo alimentarme de diversos aprendizajes. Después de tanta marea y destrozos, sigo eligiendo buscar nuevas experiencias y aferrarme al cariño. Amor humano que escasea entre la arena y en la cal se disuelve.

Yo lo elijo, porque sana y calma. Lo elijo, porque es la única salida que mi alma reconoce en medio del caos.

 

lunes, 4 de septiembre de 2017

Eclipse.

Casi siempre fui mala para hacerme entender sin que se tergiversen mis palabras. Muchas veces soy malentendida.

Desde pequeña me lancé a la vida en solitaria compañía. No lo elegí en aquél entonces, a diferencia de mi ahora.

No sé realmente quién encontró a quien. Sólo sé que por breves instantes, creí que eras lo que necesitaba. Fuiste en cambio, la luna qué tapó mi sol. Te elegí sin darme cuenta, para dejar a un lado lo que estaba frente a mí.

Tu único error fue verborrear inseguridad camuflada en deseo. El mío, no darme cuenta que fuiste incapaz de ser claro desde ningún punto de vista.

En realidad escribo esto para dejar en claro que te perdono. No pretendo que lo sepas, pero quiero dejarlo en claro hacia mí. Me costó mucho llegar a este punto. Semanas y meses odiandote por no brindarme una mísera charla que me permitiese aclararte una y mil cosas. Odiandome a mí misma por recordarte siempre que no debía. Odiando a muchas personas ajenas por pretender saber algo sobre vos, sobre mí o incluso un nosotros, si es que lo había.

No te estoy culpando de nada. Te estoy dando, dentro de mí, la oportunidad de liberarme.

Respiro paz y no te quiero ya. Porque te quise. Te acepte con todo lo que supe idealizarte. Me olvidé, desde el comienzo, que lo que no se quiere, no hay manera de obligarlo a existir.

Te perdono, por carecer tanto de huevos como de conciencia. Te agradezco, por enseñarme con falta de tiempo completo que no quiero volver a ser de nuevo la persona que sacaste de mí. Me perdono también, porque pretendí cambiar una verdad irreversible poniéndote como escudo ante quien quise negar.



viernes, 1 de septiembre de 2017

Mentís.

Me buscabas y yo a vos también.
Dimos mil vueltas al evento sólo para tapar la segunda verdad.
Dijimos que íbamos a vernos sólo para poner en práctica la idea.
Dijiste que no tenías planeado nada de lo que al final terminó pasando.

No me mientas.
No te mientas.
El miedo se te ve a mil millas de distancia.
Las excusas se ven en tu pupila.
La mentira remarca tu mirada.

Creete.
Querete.
Cuando te des cuenta de lo ilusas que suenan tus palabras, no sé dónde vamos a estar.

Confiate de la realidad.
Animate a nuevas experiencias.
Que no todos somos iguales.
Algunos lastimamos menos que otros, y también podemos amar más que muchos.


Me gusta mirarte.

Tengo que dejar de escuchar tu nombre cuando nadie lo pronuncia.
Tengo que dejar de verte en lugares que definitivamente no estás.
Tengo ganas de verte y abrazarte y besarte y hacerte sentir que ese dolor se esfuma,
que de a poco deje de existir hasta que seamos al fin sólo dos.

Tengo abstinencia de tus caricias y como quisiera volver al instante de los primeros nervios.
Nervios dudosos pero al mismo tiempo tan hermosos.

Tan frágil me vuelvo.
Tan callada me quedo.
Observarte se vuelve un vicio del que no me quejo.

Ver tu concentración me atrae y me atonta tanto
que podría estar quién sabe cuánto tiempo admirándote en silencio.


Creé.

No se da cuenta de lo percibo en su sonrisa.
No se percata de muecas ni formas que no había visto antes.

No entiende la belleza que mis ojos conocen.
Mucho menos comprende mi necesidad de abrazarle.

Porque tengo esa maldita manía de querer acercarme a quien me transmite buena vibra.
Porque suelo ser paciente y me paraliza. 
Me enloquece la espera y no sé cómo evitarla.
Tenerle lejos me frustra y saber que aposté mis mejores cartas me incapacita.

Dame algo a cambio. Creé en vos y permitite compartir instantes.
Dejame mostrate novedades y enseñarte experiencias.
Aceptá la crudeza de la falacia y tirate de lleno al vacío.

Jugatelá, apostalo todo.
Que cuando te quedas sin nada, tenes todas las de ganar.